El creciente impacto medioambiental de la tecnología digital

Indicadores que se duplicarán o incluso triplicarán de aquí a 2025

Cada año, la tecnología digital consume el 10% de la electricidad mundial, utiliza 1 billón de litros de agua y emite el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el equivalente al tráfico aéreo mundial [1],[2]. La digitalización de nuestra sociedad y nuestra industria no hace sino acelerar este crecimiento desenfrenado. Para 2025, se espera que estos indicadores se dupliquen o incluso tripliquen [1]. Cada dos días producimos tanta información como entre la prehistoria y 2003. Por si fuera poco, la cantidad de datos digitales generados se duplica cada 18 meses. En 2037, si nada cambia, los ordenadores consumirán más electricidad de la que produce el mundo.

Para entender tal impacto, definamos primero lo digital. Es el conjunto de equipos eléctricos y electrónicos como ordenadores, portátiles, smartphones, televisores, relojes conectados, etc. Su impacto medioambiental se deriva de la fabricación de los propios equipos. Su impacto medioambiental se deriva de la fabricación, el uso y el reciclaje de los aparatos. Pero en la práctica, ¿cómo se genera esta contaminación digital?

La fabricación, la fase más contaminante

La fabricación es la etapa más contaminante, ya que representa al menos el 70% de los GEI del aparato. La unidad MIPS (Material por unidad por servicio) caracteriza la proporción de materias primas utilizadas para obtener un producto electrónico acabado. El MIPS de un smartphone es de unos 1.100 (183 kg de materias primas utilizadas para 180 g de producto acabado). El MIPS de un ordenador portátil es 350, es decir, 850 kg de materias primas para 2,5 kg de producto acabado. Cabe destacar que el MIPS de la industria digital es el más alto de todas las industrias [3].

En segundo lugar, el uso de equipos también contribuye al impacto ambiental. Tenemos la impresión de que toda nuestra actividad digital es virtual y desmaterializada. Esto no es cierto. La publicidad de las nuevas tecnologías es engañosa: evoca lo inmaterial con la palabra virtual o lo etéreo con la palabra Nube. Nos hacen olvidar rápidamente los millones de ordenadores, los miles de centros de datos y los millones de kilómetros de fibra óptica utilizados para enviar incluso un simple correo electrónico. Detrás de la apariencia desmaterializada de la Nube, se esconde una realidad muy física.

Una realidad muy física detrás de nuestra actividad "virtual

En el uso de equipos, las principales fuentes de contaminación proceden de las infraestructuras y centros de datos utilizados para garantizar la hiperdisponibilidad de contenidos en Internet. En 2019, había más de 1,3 millones de kilómetros de cables submarinos de fibra óptica, ¡32 veces alrededor del planeta[4]! Conectan miles de centros de datos de todo el mundo. Por término medio, un correo electrónico recorre 15.000 km antes de llegar a su destinatario.

Un centro de datos es un almacén en el que se instalan servidores informáticos para gestionar el flujo de datos en Internet. Almacenan datos de la empresa, documentos en la nube, mensajes en redes sociales, facilitan las búsquedas en páginas web o dirigen un correo electrónico a su destinatario. Los servidores, al estar encendidos sin parar para garantizar la hiperdisponibilidad, se sobrecalientan y necesitan refrigeración constante. Esto supone el 40% del consumo eléctrico de un centro de datos. Un solo aparato de aire acondicionado bastaría para enfriar 50 habitaciones de hotel. [5]. Pero los centros de datos están llenos de ellos. Por término medio, el consumo eléctrico de un centro de datos es diez veces superior al de un edificio de viviendas. En 2013, los centros de datos estadounidenses consumieron 91.000 millones de kWh, es decir, 34 centrales gigantes (500 MW). En 2020, los centros de datos europeos consumirán 104.000 millones de kWh, con una tasa de crecimiento del 5% anual [6]. Por otro lado, el término Nube sólo se refiere a todos los centros de datos del mundo. Guardar un documento en la nube es, de hecho, lo mismo que guardarlo en un servidor. Por último, la contaminación de los centros de datos procede principalmente del consumo de electricidad de origen fósil.

He aquí tres ejemplos de nuestro uso diario de la nube y la tecnología digital que tienen un impacto medioambiental:

  • Enviar un correo electrónico equivale a liberar una media de 7 g de CO2. Sin embargo, cada hora se envían 10.000 millones de correos electrónicos. En Francia, la huella medioambiental de una empresa de 100 personas que recibe una media de 58 correos electrónicos al día y envía 33 de ellos con un tamaño medio de 1 MB equivale a 13 viajes de ida y vuelta de París a Nueva York. [2]
  • Los vídeos online son responsables del 1% de las emisiones mundiales de CO2, lo que equivale a todas las emisiones de España en 2018. [7]
  • En Francia, las cajas de Internet que se dejan encendidas representan el 1% del consumo nacional de electricidad. [8]

Poco reciclaje

Por último, menos del 20% de los aparatos electrónicos no se reciclan. En la actualidad, el reciclaje es demasiado complejo y caro para ser rentable. Sin embargo, se calcula que un tercio de las reservas mundiales de oro se encuentran en nuestros vertederos.

A pesar de su gran impacto medioambiental, la contaminación digital sigue siendo desconocida. El marketing de los gigantes de Internet está haciendo bien su trabajo. Las aplicaciones móviles a las que somos adictos nos impiden hacernos las preguntas adecuadas. El bajo precio del almacenamiento en la nube no ayuda. Y, sobre todo, no existe legislación local ni internacional que controle este sector.

¿Cuáles son las soluciones?

¿Cómo podemos hacer frente a esta contaminación? En primer lugar, es esencial sensibilizar a la sociedad, los gobiernos y la industria. Este es el primer paso para aplicar una solución eficaz y mutuamente aceptable. En segundo lugar, tenemos que limitar el uso de la nube a un mínimo estricto, por ejemplo haciendo copias de seguridad locales de documentos y correos electrónicos. Luego, debemos renovar lo menos posible nuestras pantallas, ordenadores y televisores. Si es necesario, debemos comprar equipos reacondicionados. Por último, para lograr una verdadera neutralidad en carbono, es fundamental tener en cuenta esta contaminación y establecer indicadores de rendimiento que la controlen, tanto en casa como en el trabajo. Un certificado reconocido internacionalmente motivaría aún más al sector.

Así que recordemos que la Nube es efectivamente una nube, ¡pero una nube de CO2!

Bibliografía

  1. Sitio web de GreenIT - Huella ambiental de la tecnología digital a nivel mundial
  2. Documento de la ADEME (Agencia de Medio Ambiente y Control de la Energía) - Guía práctica del lado oscuro de lo digital
  3. Libro "Sobriedad Digital" - Frédérique Bordage - Septiembre de 2019
  4. Video de "Arte" - El mapa oculto - Cables submarinos, la guerra invisible - 14/04/2018
  5. Artículo web - www.fournisseur-energie.com - Internet es el mayor contaminador del planeta - 11/09/2020
  6. Artículo web - Climatechangenews.com - Un "tsunami de datos" podría consumir una quinta parte de la electricidad mundial para 2025. 11/12/2017.
  7. Artículo web - VerdaMano - ¿Hablamos de contaminación digital? Julio de 2019.
  8. Según Françoise Berthoud, ingeniera del CNRS y fundadora de EcoInfo.