Las ventajas del consumo digital local

En 2018, lo digital contribuyó al 4% de la contaminación mundial por CO2, tanto como la aviación civil. Este porcentaje se duplicará en 2025 hasta alcanzar el 8%, tanto como el transporte por carretera. Por otra parte, cada 18 meses se duplica la cantidad de datos digitales generados. Conservar tantos datos implica un consumo de energía muy elevado. En 2018, solo los datos digitales consumieron el 10% de la electricidad mundial. Para 2025, este porcentaje debería al menos duplicarse.

Así pues, ante la creciente complejidad de los problemas climáticos, políticos y medioambientales, ¿cuáles son las ventajas del consumo digital local?

Nuestro actual uso digital genera muchos datos que deben almacenarse en centros de datos. Elegir dónde almacenarlo significa elegir, en parte, su impacto medioambiental. Es en esta elección donde cobra importancia el consumo digital local. Mantener los datos en centros de datos suizos no tiene el mismo impacto medioambiental que mantenerlos en los centros de datos por defecto de Estados Unidos. Por definición, un centro de datos ya consume mucha energía. Se calcula que consume hasta diez veces más electricidad por metro cuadrado que una vivienda u oficina. Producir 1 kWh de electricidad en Suiza genera 7,4 gramos de CO2,eq. En Estados Unidos, son 1093 gramos de CO2,eq.[1] Pongamos otro ejemplo. Algunas grandes empresas externalizan sus servicios informáticos a India. Esto tiene beneficios económicos, pero a costa del medio ambiente. Se ha demostrado que el impacto medioambiental de los equipos varía mucho en función del lugar donde se utilicen. Un portátil de desarrollador utilizado en la India durante un año tendrá un impacto medioambiental cinco veces mayor que en Europa y once veces mayor que en Francia. [2]

Consumir localmente también tiene la ventaja de proteger mejor nuestros datos digitales. No hablo de ciberseguridad, sino de privacidad. Tras el escándalo de Cambridge Analytica y el uso masivo de nuestros datos para influirnos (¡incluso durante las elecciones!), es importante cuestionarse con quién guardamos nuestros datos.

Suiza se ha convertido en el nuevo "El Dorado" de la protección de datos. Ha pasado del secreto bancario al "secreto de búnker" y ahora se considera el 3er país más seguro para almacenar datos digitales [3].

Por otra parte, la economía circular también se aplica a lo digital. Se llama circularidad digital. La buena noticia es que en Suiza existe una amplia gama de alternativas a los productos digitales más populares. Por ejemplo, Infomaniak ofrece una plataforma de videoconferencia y en la nube respetuosa con el medio ambiente. Protonmail ofrece mensajería cifrada como alternativa a los buzones de correo electrónico estadounidenses. El centro de datos High DC de La Chaux-de-Fonds almacena los datos de sus clientes de forma respetuosa con el medio ambiente. Por último, Canopé ayuda a las empresas suizas a aplicar una estrategia digital sostenible poniendo en contacto a las empresas con socios locales. Estos son cuatro ejemplos entre muchos otros.

El impacto medioambiental de la tecnología digital también depende en gran medida de la fase de fabricación de los equipos electrónicos. Para reducirlo, basta con alargar la vida útil de nuestros equipos, repararlos o comprar equipos reacondicionados. Cada vez son más los comercios y empresas de Suiza que ofrecen estos servicios. La circularidad digital ayuda a crear nuevos empleos locales.

Desde el punto de vista político, los Estados europeos han tomado conciencia de la gravedad de la contaminación digital y de la urgencia de actuar. A partir de 2021 se publicarán leyes para fomentar la circularidad digital. En Francia, la ley Agec prevé la financiación de una parte de los gastos de reparación de los equipos electrónicos. A continuación, el Parlamento Europeo votó a favor de una exposición sobre la vida útil y la reparabilidad de los equipos electrónicos, así como sobre la reducción de sus residuos. Suiza no tardará en seguir su ejemplo, si no lo ha hecho ya.

Por último, la circularidad digital tiene la ventaja de fomentar la independencia digital de las empresas y los Estados. Todos somos conscientes de los grandes problemas que tendremos que afrontar en los próximos años. En primer lugar, el cambio climático. Esto dificultará cada vez más la extracción de tierras raras, necesarias para la fabricación de equipos electrónicos. Esto podría provocar un descenso de la producción mundial de productos electrónicos, con la consiguiente escasez de productos y la consiguiente inflación de sus precios. En este contexto, ¿podría un ordenador o un smartphone costar en los próximos años varias veces su precio actual? Es muy probable. A esto se añaden los numerosos conflictos geopolíticos actuales. En particular, la de China, primer exportador mundial de tierras raras, y la de Estados Unidos, sede de GAFAM*.

Estas dos grandes cuestiones pueden hacer que el mercado digital sea más volátil, incierto, complejo y caro. Favorecer la circularidad digital significa ganar independencia y resistencia frente a los riesgos futuros.

En resumen, nos enfrentamos a un nuevo paradigma, no sólo para nuestros hábitos de alimentación, transporte y consumo, sino también para nuestros hábitos digitales. La circularidad digital es una de las soluciones para ser resilientes ante este futuro misterioso y frágil, pero lleno de oportunidades. Sin embargo, no olvidemos que el consumo digital local también debe ir acompañado de sobriedad digital y responsabilidad social para alcanzar nuestros objetivos medioambientales.

En el sector digital, como en cualquier otro, los próximos años se definirán por la frugalidad: hacerlo igual de bien o incluso mejor, pero con menos recursos. La circularidad digital será esencial para garantizar la convergencia de la transición medioambiental y digital.